La moda resultadista
Sólo existen dos maneras de disputar un partido de fútbol: jugar para ganar, o hacerlo para no perder. Ambas son tan legítimas como distintas. Siempre ha sido así. Los dos estilos han conquistado títulos. Unos han hecho historia y otros figuran como un dato más en el cómputo general de la estadística. Hay quienes defienden que lo único importante es ganar y lo demás, filosofía romántica y trasnochada. La inmediatez. Seguramente los aficionados de todos los equipos se apuntan a esto... para al cabo de un tiempo dejar de ir al fútbol. Cada fin de semana en Italia, desde hace años, toneladas de cemento en todos los campos comparten el tedio con unos pocos de miles de espectadores; ni siquiera un Inter-Milán, o viceversa, consigue llenar el compartido Giussepe Meazza. Y hasta hace poco, muchos consideraban que el Scudetto era la mejor liga del mundo. Cuanta razón encierra la frase del cineasta Luís García Berlanga cuando manifestó que "hay obras maestras que lo son por el aburrimiento que provocan".
Ganar. Por la vía del talonario o la del resultadismo. Una mezcla de ambas es lo que algunos llaman hoy modernidad. Quizás por ello el Chelsea sea el equipo de moda actualmente. En los dos últimos años ha sido el club del mundo que más dinero se ha gastado en fichajes. Dispone de un plantilla excelente. Va líder en la Premier y en las 28 jornadas disputadas ha ganado 22 partidos; el 40% de ellos por 1-0. Y hay tres 0-0. Exigir más por el potencial de que dispone es casi un insulto. Una provocación propia de ingenuos.
Se puede ganar la Premier como lo hizo el Arsenal la pasada temporada y como posiblemente lo consiga el Chelsea en ésta. Dos patrones de juego distintos. Recordar hoy que también se pueden ganar títulos jugando un fútbol elaborado, brillante y espectacular no es gratuito. Porque cada vez más parece que es ir a contracorriente. Reivindicar que también se puede ganar jugando bien y ofensivamente es la única forma de combatir el resultadismo. No es fácil. Entre muchos han revestido de glamour lo que no es más que fútbol especulativo. Voceros de esta moda no faltan. Y entrenadores dispuestos a ella, sobran.