"Presidente, Ronaldo no juega..."
Todo aconteció en la víspera de San Isidro del año 2003. Turín. Restaurante Da Angelino, el templo gastronómico del Piamonte en el que se rinde culto a Zidane. Florentino Pérez comparece a las cuatro de la tarde tras abandonar la aburrida comida de directivas. Harto de escuchar las bravatas de Bettega y Moggi, acudió al calor de su gente de confianza. Ante un grupo reducido de fieles (dos directivos, dos empleados y tres amigos), comenta sin imaginar lo que se avecinaba: "Supongo que jugará Ronaldo. Sería lo normal. En los dos días que llevamos en Turín toda la gente de la Juve sólo habla de él. Le tienen pánico. Aunque esté lesionado, mejor que juegue para que ellos estén pendientes de cada movimiento que haga". Partió hacia Delle Alpi tan feliz. Al llegar allí, dos horas antes del Juve-Madrid, le comunicaron la mala nueva: "Presidente, Ronie no juega".
Desde ese momento las horas de Vicente del Bosque estaban contadas. Es evidente que la eliminación de aquella semifinal y la suplencia de Ronaldo pesaron más que el título de Liga, ganado un mes después, para que el club decidiese no renovar el contrato del entrenador salmantino. Por eso Florentino recuperó la sonrisa en Valencia el pasado sábado. Después de tomarse con el crack un terapéutico café antes de acudir a Mestalla para darle todo su apoyo (personal e institucional), ante sus ojos regresó el Ronaldo de siempre, el matador, El Fenómeno (como le apodaban en Italia en su etapa del Inter). Capello está obsesionado con frenarle como sea. Sabe que si Buffon recibe un solo gol la Vecchia Signora se puede dar por finiquitada. El gol maradoniano a Cañete les ha puesto de los nervios. Con Ronie sano, este cuento tendrá un final feliz. Sí.