Niños malcriados
Tengo un hijo pequeño y mi mayor deseo es que no acabe siendo como la gente que antenoche pitó a Ronaldo en el Bernabéu. Si me descuido podría ocurrir. Si le compro todos los regalos que me pide, si le dejo que siempre se salga con las suyas, se convertirá en una de esos niños que se ponen a chillar en cuanto las cosas no le salen exactamente como ellos quieren. Así es buena parte de la afición del Real Madrid, y también la del Barcelona. He visto mucho fútbol en muchos países y no he visto nunca tan poca lealtad hacia los jugadores del equipo local como en el Bernabéu y el Camp Nou. Ocurría con Rivaldo. Jamás olvidaré esos tres increíbles golazos que marcó el brasileño en el último partido de la temporada 2000/01 contra el Valencia.
El Barça ganó 3-2 y así consiguió los puntos necesarios para clasificarse para la Champions. Esa hazaña, y nada más, le debería de haber dado suficiente crédito con la afición como para que le perdonaran todo. Absolutamente todo. Pero no. Le pitaban partido tras partido, como ahora el Bernabeú pita a Ronaldo, lo cual no sólo es una barbaridad, tomando en cuenta su trayectoria y lo que ha hecho para el Madrid, y una estúpidez (porque si yo fuera él me iría al Chelsea), sino que demuestra una lamentable falta de respeto. Eso es precisamente lo que no quiero que haga nunca mi hijo. Desdeñar a la gente de esa manera. Me había hecho ilusión la idea de llevarle algún día al Bernabéu o al Camp Nou. Mejor vamos, ahora que lo pienso, a Montjuïc o al Calderón.