No hay nada peor que la indiferencia
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V iendo con la calma con la que se lo tomaban los jugadores del Real Madrid en la segunda parte, parecía que iban ganando al Deportivo. No tuvieron ni el típico arreón de rabia cuando el rival te ha enchufado dos goles. Nada. Pero nada de nada. Ni frío ni calor. Pura indiferencia. Incluso, por momentos, parecía que algunos jugadores pasaban del partido. Desconozco si tanta pérdida de adrenalina en el partido contra la Juve, dejó así al equipo. Porque de lo que estoy hablando es de algo bien distinto a los lógicos problemas que el equipo de Luxemburgo iba a encontrar con la baja de cinco titulares. Hablo de una actitud desesperante, de la pachorra de algunos, según avanzaban los minutos. Insisto, había que mirar el reloj y el marcador para creer que el partido estuviera con dos a cero para el Depor.
Desconozco si el empate del Barça también influyó. Con ese puntito más que sumaba a la diferencia de siete el líder, se libraban de ver hoy en los titulares de prensa que la Liga está perdida. Pero no nos engañemos. El no tirar a puerta, la falta de agresividad, el fútbol ramplón, se había repetido sistemáticamente jugando de foráneo. No olviden que en las victorias contra el Atlético de Madrid, Osasuna y Numancia, tuvimos que recurrir a los chistes de la flor de Luxemburgo para justificar unos triunfos que llegaron de forma inverosímil. Ayer fue lo mismo pero sin ese golpe de fortuna o la genialidad puntual de algún jugador. Hasta el técnico perdió su habitual trajín en la zona técnica. Él también parecía relajado, resignado, acomodado en la mediocridad que transmitían los suyos. Lo más lamentable es que sabíamos que, aunque jugaron otras dos horas, nada iba a cambiar.




