Robinson Crusoe existió
Robinson Crusoe, el más famoso de los náufragos, existió. Aunque su nombre real fue Alexander Selkirk, escocés y corsario por más señas. Hace unos días ha trascendido la noticia de que una expedición científica compuesta por estudiosos norteamericanos, chilenos y japoneses ha encontrado restos de lo que debió ser el habitáculo de Selkirk durante su estancia en la isla de Más Afuera, que forma parte del archipiélago chileno de Juan Fernández. Además de lo que queda de una construcción rectangular han hallado por ejemplo una punta de lanza de piedra, con la que el bueno de Alex debió cazar cabras salvajes y otras piezas, como demuestran los huesos allí encontrados. Este hallazgo arqueológico viene a corroborar otros datos y documentos que han permitido conocer la peripecia de este marino escocés, quien, al parecer, se la contó de viva voz al escritor Daniel Defoe. Luego, la imaginación y el talento de Defoe y la magia de la literatura hicieron el resto hasta convertir a Robinson Crusoe en un arquetipo de alcance universal.
Selkirk se enroló en el Cinque Port, un barco corsario destinado a atacar barcos españoles. No se sabe el motivo, pero el caso es que el capitán decidió dejarle a su suerte en una remota isla del Pacífico, un castigo sólo superado en la marina por la condena a ser arrojado por la borda. Selkirk se las ingenió para sobrevivir en absoluta soledad durante cinco años hasta que fue recogido por el barco británico Intrepid. El capitán Rogers registró en la bitácora de abordo cómo habían rescatado el 4 de julio de 1709 a un individuo de aspecto salvaje que presenta sus respetos a "... todos los oficiales en perfecto inglés". Lo que Daniel Defoe creó a partir de esta historia de supervivencia y tenacidad fue una obra maestra que ya figura por derecho propio en el Olimpo de la literatura universal. Para algunos autores, su 'Robinson Crusoe' es el antecedente de la novela de aventuras que estallaría años después bajo el impulso del Romanticismo. Defoe la pensó más como un relato ejemplar nacido del racionalismo, que trasmitiera una lección.
Pero no cabe duda que ha sido su vertiente aventurera, que narra la lucha de un hombre luchando por sobrevivir, enfrentándose a peligros y sorpresas sin cuento, la que le ha convertido en un clásico. Y en pasto de copias esperpénticas con famosillos de tres al cuarto que, utilizando un decorado de selva, quieren imitar un modelo al que no le llegan a la suela de los zapatos porque carecen de las virtudes que a él le sobraban: corazón y cabeza. Los románticos fueron los primeros en ver en la aventura de Robinson una oportunidad de vivir una experiencia singular desde dentro, junto a su protagonista. Ven en ella un canto a la libertad, a la audacia de quien desea vivir como ha elegido asumiendo los riesgos que ello implica. Sobre los humildes hombros de un corsario sin suerte, Defoe levantó un auténtico gigante, un símbolo de la pasión humana por la aventura que ha pasado de generación en generación.
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Sebastián Álvaro es director del programa Al Filo de lo Imposible, de TVE.