Con premio y sin juego
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Vale, fue un penaltito, lo que quieran, pero el desmotivado Carmona lo vio, y lo pitó y eso es lo que cuenta. Y el Atlético está en semifinales sin que sepamos muy bien por qué. Desde luego no es por juego, porque a este equipo se le ha olvidado jugar hace muchas jornadas. Y lo que hace es empujar sin ton ni son. Y, además, ya le han cogido el truco: hay que dejarles el balón y que la toquen. A este Atlético le das el balón y tiene que empezar a averiguar para qué sirve. Y lo de tocar es una lección que se han saltado. Y mira que Ferrando, al principio de la temporada, lo que quería es que los suyos la moviesen de un lado a otro y tuvieran paciencia. Algún iluso llegó a creerse que se había acabado eso del pelotazo y tentetieso, y que corra El Niño.
Eran buenos principios, ya olvidados. Como en el Atlético nadie sabe qué hacer con el balón, y más ahora que Ibagaza anda como obnubilado, se ha vuelto a lo de bombear balones de cualquier manera. A ver si alguien la coge, que Salva siempre ha sido un buen rematador de cabeza. Pero es que Salva está obtuso, con perdón, sin tino y sin suerte. No le entra nada. Y mira que lo intenta, que el tío es un legionario, pero todo le sale mal. Así que el Numancia plantó su muralla en el Calderón, siguiendo el camino que trazó el Levante el domingo pasado, y al Atlético se le volvieron a fundir los plomos. Menos mal que apareció una vez el Niño Torres y Carmona pitó el penaltito. Y a semifinales. Pero, Ferrando, majo, este equipo da pena.



