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Con el Niño y la muralla china

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Perea y Pablo se comieron el ataque del Barça. ¡Ñam, ñam! ¿Y Etoo? ¿Y Ronaldinho? ¿Y Giuly? ¡Ñam, ñam! Devorados. No aparecieron en toda la noche. Los mejores centrales de la Liga dejaron al Barça desarmado, sin mordiente, sin tridente. Muy poquita cosa. En Pablo y Perea moría el juego del Barça. Eso no es un muro, es la muralla china. Este Barça, para muchos intratable, que se iba a comer cruda la Liga, se estrelló una y otra vez contra el dúo dinámico del Atlético. Y cuando encontraron una fisura gracias a que Mejuto se inventó un penalti, Ronaldinho no atinó con la portería. El Atlético presentó en el Camp Nou sus mejores avales: la doble P y el Niño Torres.

Porque si el Atlético se pudo poner la coraza de Pablo y Perea fue gracias a que el Niño aprovechó un taconazo genial de Ibagaza para quedarse solo y batir a Valdes. Era el primer minuto y el partido se puso como quiere Ferrando. El Barça, con el balón, y el Atlético, a defenderse y a pelear y a buscar un contragolpe. Y a esperar a que el Niño Torres más solo que nunca cazase algo. Pablo y Perea se agigantaron y el Niño corrió como nunca y buscó desmarques, y se fajó con Puyol y acabó encontrando el segundo gol, que tumbaba a este Barça que ya se creía galáctico. Pero ayer se estrelló contra la muralla china y el Niño les remató.