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El Madrid, en buenas manos

Llegó al Madrid hace 40 días como si fuese un regalo de Reyes. Los seis minutos cósmicos ante la Real cambiaron la cara del pueblo. Una charla de hora y cuarto en el vestuario bastó para recuperar el alma extraviada de su equipo. Luxa rescató la sonrisa de miles de niños y adultos que asumían en silencio su desdicha por ser fieles a una tropa que llevaba ocho meses con el rostro desfigurado. Este brasileño de mirada demoledora y personalidad de hierro cambió el decorado de la casa y puso todos los muebles en su sitio. Sólo entiende un verbo ("ganar") y una filosofía ("hacer grande al Madrid"). Una vez leí, creo que a Voltaire: "Los ejemplos corrigen mucho mejor que las reprimendas". Así es él. Didáctico y enérgico a la vez.

Vanderlei pasó por AS como si fuese un redentor, un salvador de la patria blanca. Habla de fútbol como si lo tuviese inyectado en vena. Al fin y al cabo, ha nacido en el país en el que hasta los bebés parecen coger antes la pelota que el biberón. Luxemburgo-jugador nunca fue un crack, pero un tipo que se ha medido en el campo a Garrincha y a Pelé merece todos mis respetos. Ha rescatado la ambiciosa fórmula del rombo y ha sido capaz de recuperar para la causa a mi admirado Roberto Carlos. Su próximo reto: hacer de Ronaldo el más grande de la historia. Luxa, creo en vos.