Los dos lo tienen muy claro

No es un amor irreconciliable porque nunca existió. Ronaldo siempre argumentará que le faltó cariño en momentos muy duros y Héctor Cúper defenderá que el jugador le utilizó para lograr una salida deseada del Inter. Y del burro no se bajará ninguno. El técnico argentino tiene ventaja en este duelo. Lo digo porque su versión es más fácil de corroborar con los hechos que sí son públicos y conocidos. Ronaldo puso encima de la mesa que quería romper su contrato porque era incompatible con Cúper. Por tanto, la versión del entrenador está ratificada por la otra parte. El problema viene dado porque Cúper no comparte en absoluto el fondo del asunto, que fuera déspota, tirano o intransigente con el jugador cuando éste acababa de salir del túnel de una lesión que le tuvo dos años apartado del fútbol. Y eso sólo lo saben ellos dos y los compañeros que convivieron en el vestuario del Inter durante ese período.

Hoy no se estrecharán la mano, salvo sorpresa. Y no lo harán, según Cúper, porque Ronaldo no se la ofrecerá. El responsable del Mallorca sigue pensando, a día de hoy, que el problema lo tiene Ronaldo, que el que montó la historia fue él y por tanto es él el menos interesado en arreglarlo. Cuesta creerlo cuando has tratado personalmente a Ronaldo. No parece un tipo rencoroso, y menos ventajista. Posiblemente la verdad de este enfrentamiento la deberíamos encontrar en las distintas formas que tienen, uno y otro, de concebir el fútbol, de verlo, de sentirlo. Cúper nunca va a sacrificar el grupo por la individualidad. Ronaldo jamás va a renunciar a su anárquica forma de saciar el hambre de gol. Si cuando estuvieron juntos no cambiaron, ahora, que no se necesitan, mucho menos.