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El que ríe el último, ríe mejor

La llegada de Manuel Almunia al Arsenal, tras un largo itinerario por la geografía española, sorprendió a muchos y su perfil modesto jugó en contra suyo. Así que el portero tuvo que ponerse las pilas y descubrir su lado más guerrero cuando Arsene Wenger decidió hacerle titular hace diez partidos y al arquero Jens Lehmann no le dio la gana aceptarlo. El alemán dejó claro a todo el mundo que el cambio en la portería era incorrecto: ¿cómo era posible, razonaba, que su titularidad fuera puesta en duda?

El germano dejó de hablar a su compañero y a cualquier otro jugador que se declarara amigo de Almunia, un futbolista que ha caído de maravilla desde su llegada. O sea que se quedó sin gente con quien charlar. Almunia, con 27 años, estaba viviendo el momento más importante de su carrera, los nervios le traicionaron ante el Manchester United y el Birmigham, pero su compañero le añadía presión con su comportamiento.

Almunia habló con AS con un pelín de arrogancia que no le pertenece por naturaleza ("Si yo fuera Wenger, me escogería a mí. La defensa está mejor desde que entré en el equipo. Yo también quiero apuntarme el tanto") pero le sirvió para advertir a monsieur Wenger y a herr Lehmann que tenía toda la intención de quedarse con la titularidad. Ante el Portsmouth salvó al Arsenal, sus compañeros le protegieron y ahora cuenta con mejores estadísticas que Lehmann. Wenger ya ha dicho que Almunia es su número uno y, aunque fichará a un nuevo portero para la temporada que viene, el que se tiene que buscar equipo es Lehmann. El que ríe el último...