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El doble partido afea la Copa

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Vuelve la Copa a su formato clásico y se deprecia, porque pierde igualdad y emoción, carga el calendario, no arrastra público y minimiza el efecto sorpresa, gran activo del torneo. Las dos rondas anteriores se han llevado por delante en esta edición a doce primeras, lo que habla de una competición de sobresalto y estruendo que ahora tenderá a cero. Vaya un manguerazo de datos para probarlo. En las cinco ediciones (incluida ésta) bajo la fórmula actual, 54 equipos de Primera han caído en las dos primeras rondas y sólo dos de ellos a manos de otro de la máxima categoría. Es decir, como media, diez conjuntos de Primera se han despeñado cada año antes de llegar a octavos. Al Barça, líder en títulos, sin ir más lejos, le han sacado de pista tres veces: Figueres, Novelda y Gramenet. Al Madrid lo tumbó el Toledo hace cinco años y el Nástic ha dejado ya fuera al Zaragoza, actual campeón. Pero a partir de octavos, del regreso del doble partido, ha sido otra historia, más previsible y aburrida. En cuatro años, únicamente cuatro equipos de Primera han caído eliminados en esa ronda ante un segunda o segunda B y ninguno de ellos demasiado potente: Rayo, Mallorca, Alavés y Valladolid.

La Federación acertó en el primer paso de britanizar el torneo, pero le ha faltado dar un segundo más largo y atrevido y llevar el partido único al menos hasta semifinales. Quedan ahora ocho primeras y será difícil que salga alguno en esta ronda, excepto el obligado por el emparejamiento Osasuna-Getafe. Habrá menos suspense, porque se trabaja con la red de los segundos 90 minutos en casa. Abundarán los suplentes en los partidos de ida, porque todo puede arreglarse en la vuelta. No se llenarán los campos de los modestos (1.400 entradas había vendido hasta ayer el Valladolid para su partido ante el Madrid) porque el primer partido no será irreparable. En definitiva, se duerme el torneo y aplauden los grandes.