Necesidad de un buen escaparate
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Hubo un jugador mágico, extraordinario, en la década de los noventa llamado Raí. Le conocí en Sao Paulo. Me lo presentó en un restaurante de asados Luiz Pereira. Acababa de firmar por el PSG. Luisón me dijo que era tan bueno como Zico pero con más potencia. ¿Porqué les cuento esto? Porque he pensado muchas veces en Raí el pasado año, cuando comprobé la progresión de Ronaldinho en el Barça. Un par de años más en el fútbol francés y la explosión que está viviendo ahora no se habría producido nunca. Los grandes jugadores necesitan el amparo de los grandes equipos para sacar todo lo que llevan dentro.
El Barça, como el Madrid, el Milán o el Inter, nunca dejan de ser grandes. Los futbolistas, sin embargo, lo son en la medida que su juego tenga cobijo en esos equipos. La transformación del Barça no se resume tanto en una gestión atrevida y profesional, sino en la llegada de un líder. Ronaldo, si hubiera jugado un par de años más en el PSV, en Holanda, igual nunca hubiera alcanzado el nivel que logró nada más aterrizar en el Barça, ni el que tiene ahora en el Madrid. No le den más vueltas, el momento dulce de los azulgranas está motivado por esa conjunción mágica que se da entre un fuera de serie y un equipo excelso. La situación continuará mientras sepan mantener viva la motivación del brasileño.




