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El oráculo de Amón en Siwa

La llegada del nuevo año nos ha alcanzado en tierras próximas a Oriente, egipcias para ser más concreto. Quizás haya sido esta cercanía a los domicilios de los tres monarcas magos la que haya favorecido que, en medio del desierto, en la frontera con Sudán, nos hayamos encontrado unos 50 secadores de pelo. Un servidor lo ha tomado más como una broma pesada que como un regalo propio de estas fechas. Y esto me ha hecho reflexionar. Hace varias semanas pasé por el oasis de Siwa, sede del oráculo más famoso de la Antigüedad donde Alejandro Magno consultó su destino y salió convertido en dios nada menos, y pensé si el tal Amón no podría haberme transmitido al menos alguna suculenta información sobre lo que nos deparará el 2005.

Eso no sería un mal regalo. Decir que será un año mejor que el 2004 tampoco resulta un prodigio de clarividencia, teniendo en cuenta lo que acaba de ocurrir en el sudeste asiático, en Buenos Aires, amén de las hambrunas, guerras de baja intensidad y demás desastres que ya ni merecen un hueco en las noticias. Aunque bien es verdad que si de algo es capaz el ser humano es de empeorar las cosas, como bien acaba de demostrar el señor Ibarretxe.

Durante nuestra travesía a pie del desierto teníamos un termómetro que siempre marcaba la misma temperatura, lo cual nos intrigaba mucho hasta que descubrimos que no se trataba de un fenómeno meteorológico peculiar. Simplemente estaba estropeado. Cada vez que Antonio Perezgrueso lo consultaba nos espetaba: "Este termómetro es como el PNV: siempre dice lo mismo". Claro que el aparatito en cuestión tenía la excusa de estar averiado y se había quedado atascado en la machacona cifra. Y ahora que lo pienso, a lo mejor el nacionalismo también tiene esa misma excusa.

Pero no todo van a ser noticias ásperas. Estamos en condiciones de afirmar que en el 2005 el Madrid algo va a ganar: peso. Aunque para llegar a esta conclusión más que consultar al oráculo basta con preguntar a un endocrino, habida cuenta del poco desgaste que hace la galáctica muchachada, al menos en el campo de juego. Y, casi seguro, volveremos a repetir errores del pasado (despido de entrenadores que funcionan y renovación de jugadores ya con la caducidad encima...). Un director de una gran multinacional acostumbra a decir que "en esta empresa sólo cometemos una vez el mismo error". Ojalá que los directivos del Madrid la hagan suya, no sea que los magos les traigan, como a nosotros en el desierto, más regalos envenenados. Marco Tulio Cicerón afirmaba que le resultaba extraño que un adivino no se echase a reír cuando se encontraba con un colega.

Oráculos, hados, astros, horóscopos, barajas, posos de bebedizos varios, bolas de cristal, entrañas y huesos de animales, conchas, runas... Nos hemos inventado mil formas, a cual más pintoresca, de atisbar ese futuro que tanto nos asusta y nos intriga. ¿O será para no asumir la responsabilidad de que son nuestras manos quienes, en buena medida, lo escriben? Sea como fuere, feliz año.

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Sebastián Álvaro es el director del programa de TVE Al filo de lo Imposible.