El brasileño es el último en reír
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Desde que el Real Madrid regresó de vacaciones, se han hecho mil chanzas sobre el estado de forma en el que se encuentra Ronaldo. Que si vuelve a estar gordo, que casi echa la primera papilla cuando regresó al trabajo, que sufre cuando le ponen a correr. Pues ahí lo tienen. Ayer, con tres minutitos, tuvo bastante para partirse de risa. Le sobraron otros tres. O cinco, porque el encuentro se fue hasta los ocho minutos. Con Ronaldo es ya normal cometer el error de juzgarle por lo que hace en los entrenamientos del equipo blanco. Es él el primero que ha dicho que coge la forma jugando partidos, que las sesiones preparatorias no son lo suyo. Pero nada, no le hacemos ni caso y seguimos con el monotema de sus michelines. Craso error. En situaciones puntuales como la que tuvo lugar ayer por la tarde en el Bernabéu es donde se demuestra la importancia de tener en un equipo al delantero más letal. Y Ronaldo lo es.
Recordarán que ayer mismo decíamos que había que jugar este partido de seis minutos como en el colegio. Patadón arriba y a buscar siempre al jugón del equipo para que resolviera la pepeleta. Y exactamente así se acabó dilucidando el encuentro. Sorprende, eso sí, que para una circunstancia tan especial, no tuviera la Real Sociedad la precaución de haber hecho un marcaje doble a Ronaldo. Un segundo compañero por detrás habría evitado que Labaka se pusiera de los nervios después de la bicicleta que le hizo el delantero brasileño. En esos pocos minutos percibimos que tanto Roberto Carlos como el propio Ronaldo añadían un plus de motivación al resto de los compañeros. ¿Simple ayuda al compatriota que acaba de llegar al banquillo del Madrid? ¿Cambio de actitud del grupo? El próximo domingo tendremos más elementos de juicio en el Vicente Calderón. Por ahora, el último en reír, Ronaldo.




