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Maldito 2004, buen viaje lleves

A las 12 de la noche elevaré mi mirada al cielo, devoraré mi docena de uvas (sin pepitas, eso sí) y beberé de un trago una copa de sidra (el cava no es lo mío) antes de gritar esta frase: "2004, maldito año bisiesto, buen viaje lleves, hasta siempre". Sin duda, este ha sido un annus horribilis para los madridistas. Primero sufrimos en nuestra ciudad el golpe trágico e irracional del terrorismo y a partir de ahí llegó el desplome. Desde la final de Copa de Montjuïc (17 de marzo) mi Madrid del alma ha sido una crónica de sucesos. Han desfilado cuatro entrenadores en ocho meses, Etoo se ha consagrado en el Barça, y los Samuel, Owen y Woodgate han salido rana.

Pero miren, estoy convencido que desde mañana todo va a cambiar. He recibido una señal. Si merecíamos un castigo por ser los mejores, los más guapos y los más queridos, el todopoderoso ya ha cobrado la factura. 2005, rimas aparte, será el año de la reconciliación. Acepto y entiendo que muchos madridistas se sientan desorientados como si hubiesen perdido la brújula en mitad del desierto. Pero tengo buenas sensaciones. Luxemburgo (un entrenador que sólo ha hecho carrera en Brasil, pero con ese apellido tardará poco en adaptarse al fútbol europeo) sabrá motivar a la descarriada tropa galáctica.

García Remón, caballero ejemplar, ayudará a Sacchi a hacer los deberes hasta final de curso. Florentino escuchará por fin solo a los que quieren bien a este sagrado club y en primavera el Barça sufrirá un siniestro total físico. En 2005 no habrá más maremotos ni matanzas crueles. El Madrid volverá a ser el número uno y el buen fútbol será su bandera. Déjenme soñar despierto. La pesadilla ha terminado. ¡A por ellos!