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Beckham y la pastilla mágica

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Es posible que Beckham sea la persona más famosa del mundo. ¿Quién más puede haber? ¿El Papa? No. En Asia y en los países árabes el máximo pontífice no pinta tanto como el inglés. ¿El presidente Bush? Tampoco. En África habrá muchos con la suerte de no saber quién es, pero vete al rincón más remoto de Ruanda, el Congo o Madagascar, di la palabra "Beckham" y todos soltarán una sonrisa cómplice. Hasta lo conocen en Estados Unidos. Pero existe un peligro. Existe la posibilidad de que la historia recuerde a Beckham como un famoso que también jugaba al fútbol, en vez de cómo un futbolista que dio la casualidad de ser famoso. Y cuando digo que es un peligro lo digo desde el punto de vista del inglés. Posee un don especial para posar ante las cámaras. Ni Ronaldo, ni Roberto Carlos, ni mucho menos Zidane lo hacen con tanto estilo o naturalidad. Pero para Beckham el fútbol es, con la excepción de la familia, lo más importante que hay. Raúl también es así, pero no todos los profesionales lo son. Hay algunos que prefieren ir al cine antes de ver un buen partido.

Si Beckham va a pasar a la historia como él mismo quisiera, como un gran jugador de fútbol, va a tener que hacer algo en el 2005 para borrar la triste imagen que ha dado en el 2004. Ha sido éste para Beckham un annus horribilis. Había llegado al Madrid tan ilusionado, con tanta hambre de títulos, pero sus sueños se esfumaron. La prensa londinense se regocijaba con los más íntimos detalles de una supuesta infidelidad matrimonial. Su actuación en el campo en lo que va de esta temporada tampoco ha sido para lanzar cohetes. Si el Bernabéu apenas le ha pitado es por el enorme crédito que acumuló durante sus primeros seis meses en el club. ¿Qué hacer? ¿Existe la pastilla mágica para que Beckham vuelva a ser el jugador que fue? Una, quizá. Que el resto del equipo juegue bien. Él mismo lo dijo en su primera entrevista: "Soy un jugador de equipo." Con lo que quería decir que no era uno de esos cracks que solos te ganan un partido. Si los demás juegan bien, si Zidane y Ronaldo están en forma, él juega bien. Beckham es el barómetro del equipo. En este momento el equipo está fatal, y por eso Beckham también lo está.