El puente aéreo pasa por el aro
Han sido años duros para los sufridos basketmaniacos de esta parte del puente aéreo. Uno, que se vio regado en champán en 1995 (Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza) cuando el Real Madrid conquistó su octava Copa de Europa aplastando en la final al Olimpiacos con Sabonis en plan terminator, ha tragado saliva ácida y orgullo asistiendo al festín que el Barça se ha dado en esta década maldita. Pero Joan Laporta tuvo la osadía de querer convertir a Valero Rivera en una especie de Pedro Ferrándiz (que convertía en oro todo lo que tocaba) y el batacazo ha sido mayúsculo. Hasta el punto de que asistimos, ahora que está de moda, al fin del ciclo azulgrana y a la resurrección imparable del vitaminado gigante blanco.
La contratación de Boza Maljkovic ha sido determinante. Como le dice Pesic a Guasch, "he tenido que irme para que mi amigo Boza gane la Liga para el Madrid". Fina ironía serbia, pero les está bien empleado. El tipo que les hizo ganar por fin la máxima corona continental (pero ojo, el Barça nunca ganó una Copa de Europa cuando el basket estaba unido) ha puesto el dedo en la llaga. Maljkovic es un ganador nato, el mito del rey de reyes lo tiene enamorado y el nuevo ciclo dicta sentencia. Ha nacido la era del Madrid. Y punto en boca.