La sábana blanca de Torres

La sábana blanca de Torres

Doy gracias al destino por haberme permitido crecer en esta ciudad. Madrid. Capital del Mundo. Referente del buen gusto, del espíritu solidario y del cosmopolitismo vocacional. Aquí no hay fronteras, hay sentimientos. Se comprobó en el Bernabéu en una noche mágica y seductora. La respuesta a la sinrazón congregó a 65.203 madrileños con ganas de decir: "No lo intentéis más. Somos vitalistas y nunca sacaremos la bandera blanca... salvo para animar al Madrid". Ronaldo y Zidane, Zizou y Ronie nos regalaron un partido navideño, divertido y terapéutico. Mereció la pena poner un granito de arena en la Fila 0 para luchar contra la lacra de la pobreza para ganar así riqueza espiritual y futbolística. Y jamás olvidaré que durante 45 minutos el Niño Torres exhibió con orgullo en la pradera del Bernabeú esa camiseta blanca que le sienta de cine. Nunca lo dirá públicamente, pero sé que dentro de él hay un madridista en potencia que lucirá su talento en este mismo escenario en dos o tres años. Fernando, te esperamos.

El Madrid es así. En su guarida sólo juegan galácticos futuribles, Balones de Oro o Campeones del Mundo, como Schumacher y Sainz. Eso de ver a mi Buitre con su camiseta blanca durante diez minutillos me compensó (cuando Köller salió por él fue como ver a King Kong con Jessica Lange en su mano), o disfrutar de ese Redondo imperial, ovacionado como si la Séptima hubiese sido ayer, fue un revival imborrable. Pero me quedo con Ronaldo al que quiero más que Daniela. No piensen mal. Hablo de paseo por la vida. Este brasileño de sonrisa imborrable ilumina el camino a seguir. Contra la pobreza, nobleza. Al menos hay 65.203 corazones que no se arrugarán jamás ante la amenaza cobarde del terror. Madrid sí que vale una misa.