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Esperando a Ibagaza y a Luccin

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Este Atlético de Ferrando es un equipo que quiere y no puede, que amaga y no pega. Está arriba sin que se sepa muy bien por qué. A mí esto me parece una buena señal. Si se codea con los primeros jugando tan mal... ¿qué ocurrirá si algún día les da a todos por despertarse? Porque hay algunos a los que se lleva mucho tiempo esperando y que no acaban de llegar: Luccin e Ibagaza, por ejemplo. Deberían ser las piedras angulares de este proyecto, porque son futbolistas de talla, cracks capaces de enderezar el rumbo del Atlético y de proporcionarle ese salto de calidad que le falta. Pero Luccin está prácticamente inédito. Ha entrado en el equipo con cuentagotas y cogido con alfileres. Mala suerte. Y la historia del Caño Ibagaza es todavía más larga, porque lleva año y medio entre algodones. El Caño parece de cristal desde que está en el Calderón.

Es cierto que la ilusión que despertó Ibagaza se ha ido apagando con el paso de las jornadas. Hoy es un futbolista cuestionado al que algunos hasta empiezan a buscar una salida fuera del Atlético. Yo, en cambio, pienso que al Caño hay que seguirle esperando. Hasta ahora ha sido demasiado intermitente: algunos momentos mágicos, muchas desapariciones y demasiadas lesiones. Pero esa pareja, Luccin-Ibagaza, es la que necesita el Atlético. Y hace falta que los dos estén a tope, lo que no ha ocurrido hasta ahora. Por eso el fútbol ha brillado por su ausencia en este Atlético de Ferrando, que sí se ha sostenido ha sido gracias a las dos P (Pablo y Perea) y al Niño. Con eso le ha bastado para estar en puesto de UEFA. Para aspirar a más, este Atlético necesita que aparezcan Ibagaza y Luccin. Con ellos sí podría salir de la mediocridad y del fútbol ramplón.