Hoy lloraré cubitos de hielo

Yo estuve allí hace cuatro años. En el Sant Jordi, digo. Ahora estoy en Sevilla, víctima de una entrada de 90 euros que me sitúa en el tejado, a dos kilómetros de la pista, muerto de frío y encima con la sensación de haberme colado. Como aquellos protagonistas de Los lunes al sol. Han batido el récord de asistencia a un partido de tenis, pero a costa de unas miles de pulmonías. Sevilla no merecía algo así, ni tampoco la candidatura de Madrid para los Juegos Olímpicos de 2012.

Pero vayamos a recuerdos más felices. En Barcelona, lloré. No a moco tendido, no, de forma viril, contenida. Sentí que aquello era lo más cerca que había estado en mi vida de algo histórico, al menos deportivamente hablando. Y la música de Gloria Gaynor (el famoso I will survive) terminó de vencerme. Hoy ganaremos la segunda Copa Davis y espero que el frío y la distancia visual no me impidan revivir el momento. Hay cosas que no las puede estropear ni una Federación ciega, ni el caos organizativo, ni un dobles diseñado más por el miedo que por la ambición. Lloraré otra vez. Si no me congelo, claro, en cuyo caso me caerán cubitos de hielo. Se lo contaré mañana, espero que allí arriba el código postal sea el mismo que en Sevilla capital.