Madurez y buen gusto

Siempre le ha perseguido la leyenda de que a su juego le faltaba un hervor, que reposando un poco más los pases y evitando ausencias en su juego sería el grandísimo jugador que siempre apuntó desde que ingresó en el Torneo Social del Madrid. Pero lo cierto es que nadie se ha atrevido a darle la continuidad que reclamaba ni los galones que su fútbol demandaba. Por eso y por mucho más, a Guti nunca le hemos puntuado con justicia. Un ejemplo. En el Barça-Madrid pasado, Guti hizo 30 minutos espléndidos. Repartió juego, sacó el balón de manera limpia, abasteció a Zidane, tapó a Xavi pero también a Deco. Todo eso se fue al garete con las frivolidades de otros.

Hay otro dato significativo. Las estadísticas siempre le han acompañado. Cuando Del Bosque le utilizó de delantero centro, se hinchó a meter goles. Cuando fue requerido para jugar de media punta, sobresalió en asistencias. Ahora que ha retrasado su posición hasta convertirse en el medio centro más defensivo, encabeza la lista de los mejores recuperadores de balón. ¿Dónde está el problema? En la falta de continuidad. Lejos del terreno de juego cuando Guti habla, lo hace ya como un veterano. Alejado de la imagen inicial un poco sosaina, ahora intenta buscar explicaciones a los problemas de su equipo, asume como propios los errores de otros y mide más sus palabras.