Miedo a perder el momio

Dije ayer que era pesimista. Escrito está. Dije hace un mes que me importaba un pimiento quien ganara. Grabado está. Digo hoy que la reelección de Ángel María Villar es una pésima noticia para nuestro fútbol. Escrito queda. Ni los tránsfugas que le prometieron los votos a Gerardo y se los dieron a Villar, ni las presiones de última hora, ni tan siquiera la actitud arrogante del ganador, pueden sorprender a nadie. Los que hemos padecido en silencio durante muchos años el rodillo de los amigos de Villar, ni nos sorprendemos de nada, ni nos llevamos las manos a la cabeza, ni tan siquiera nos enojamos. Era una batalla perdida. Y lo era porque las alternativas no aseguraban que la Federación Española de Fútbol fuera a cambiar. Por decirlo de alguna manera, el problema no era apostar a caballo perdedor, sino apostar a caballo sospechoso.

Lo único positivo es que Villar gana con sólo siete votos de margen (eran necesarios 91 para alcanzar la mayoría absoluta) y que 78 miembros de la Asamblea no han tragado con sus dádivas y su discurso continuista. Esos no defendían ningún momio. Si realmente hay voluntad de cambio, equipos como el Real Madrid o territoriales como la Catalana, deberían ponerse a trabajar desde hoy mismo por buscar un candidato para dentro de cuatro años. Pero un candidato limpio de pasado, libre de hipotecas, alejado del ruido que hacemos los medios, y sensato, muy sensato. El problema es que alguien con esas cualidades será difícil de convencer para se meta en esta selva. Ahí está el problema. Si no se consigue, seguiremos aguantando soberbia, desplantes y hasta la risa puñetera de Padrón. Les aseguro que yo estoy preparado para ello.