Instalados en el disparate
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Me enfada muchísimo escuchar una y otra vez a Ángel Villar diciendo que se siente perseguido. ¿Y los que hemos sufrido durante lustros su persecución y la de sus amigotes? Me cabrea sobremanera comprobar que Gerardo González predica justo lo contrario que hizo cuando era secretario general de la Federación. Me produce sorpresa que el tercer candidato, Sebastián Losada, se conforme con tener uno o ningún sufragio en la votación de esta mañana. ¿Esto es lo que hay en estas elecciones? ¿Ahí empiezan y terminan todas las expectativas del fútbol español para tener un buen presidente en los próximos cuatro años? Igual sí. Claro, cuando te aprietan tanto, hay que elegir. Y sea cual sea la elección, lo que hay que suplicar es que se terminen, de una vez por todas, las formas tan anacrónicas de conducir este deporte, que se erradique la soberbia y la prepotencia, que desaparezca la persecución. Sí, la persecución, señor Villar.
Desconozco si estamos a tiempo de desmantelar una estructura federativa que ha crecido al antojo de los que mandaban (es escandaloso repasar la nómina del departamento de prensa y agregados), si en un futuro se podrá viajar con la Selección sin que no parezcas un apestado. Si cuando haya una huelga de árbitros o un conflicto con los comités, se tomarán las medidas oportunas sin necesidad de consultar a un periodista o sin las presiones de los presidentes que parten el bacalao. En definitiva, si nos podremos sentir orgullosos de una gestión limpia, transparente y con un mínimo punto de cordura. Muchos han depositado grandes esperanzas en las elecciones de hoy. Yo, lo siento mucho, soy tremendamente pesimista.




