Hubo que recurrir a la casta

Tan dramática era la situación que Florentino, por primera vez desde que es presidente, cantó el gol de Raúl como un aficionado de tribuna, sin cortarse un pelo. Su discurso de apoyo a la plantilla no surgió efecto. Ayer, durante una hora, su segura apuesta por estos jugadores, se tambaleó más que nunca. La Champions es especial para los madridistas y jamás, bajo su mandato, estuvo tan en peligro pasar la primera ronda. Asume el desgaste producido durante la última semana pero le enerva sobremanera que se cuestione un modelo de gestión. Seguro que todo eso, y los titulares de prensa, se le pasaban con la cabeza cuando, en el borde del precipicio, Figo decidió imprimir al juego algo más.

Pase lo que pase, la gestión de Florentino irá siempre de la mano con la trayectoria de Figo. Ayer, en ese momento de máxima dificultad, se volvió a repetir la historia. Con el equipo roto, descabezado, y con el público en contra, Figo decidió cambiar de banda y, de paso, variar el signo del partido. Por la izquierda, con clase y creyendo en lo que hacía, dibujó una jugada magistral que remató Raúl. Incluso fallando luego un penalti el propio Figo, la sensación al final del partido era otra bien distinta. Se habían salvado los muebles. Y se había logrado con algo que no está en el manual del grupo: empuje y casta.