La NBA ha reaccionado con diligencia ante la bárbara actitud de Artest, Jackson, O´Neal, Wallace y Johnson. Sobre estos cinco jugadores, más otros cuatro que se vieron salpicados por la tangana, han recaído 143 partidos de suspensión. Menos no cabía esperar ante el colosal escándalo que montaron en la cancha y en las gradas. Un gran varapalo para la NBA, donde no es oro todo lo que reluce. Ya lo dijo Maljkovic en el Foro Ferrándiz-AS la pasada semana: "La NBA está en decadencia. Sus jugadores no acaban la universidad para irse muy pronto a la NBA a ganar dinero. Muchos tienen problemas con la polic otros cometen abusos sexuales. Sí, es un baloncesto que está en decadencia en muchos sentidos".

Maljkovic los conoce bien. Ha tenido muchos americanos en sus equipos. Pero sólo acepta a los que le llegan con educación europea, a los que quieren aprender el idioma del país donde juegan, a los que prefieren el jamón a las hamburguesas. La NBA, a la que hemos copiado los playoff, los cuatro tiempos, las animadoras, les traemos los jugadores que desecha, no nos tiene que dar, en efecto, muchos ejemplos. Ni siquiera en las transmisiones televisivas, cuando el tiro de cámara provoca confusión por la cercanía del público. Ahora esta cercanía se pone en entredicho y las medidas van por separar jugadores y espectadores con una barrera policial. Pues éste, la verdad, no es nuestro baloncesto ni el que queremos.