El mejor gana casi siempre
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Varias enseñanzas nos quedan tras lo visto ayer. Como avisábamos en la víspera, con esta nómina de jugadores, divertimento es sinónimo de victoria. Antes de que Undiano Mallenco pitara el inicio (por cierto, sería recomendable que se olvidaran del maldito ordenador y le pusieran siempre a este colegiado encuentros de compromiso porque es el mejor con diferencia) ya se vislumbraba en el rostro de los jugadores del Barça que tocaba fiesta. Ronaldinho, o mas bien su guiñol, ha popularizado esa palabra fiestaaaa y eso es justo lo que hicieron: engrandecer el fútbol con toque, sentido vertical del juego y que corra el balón, que es el que tiene que correr. Si, además, regalas un gol cuando la contienda está en su fase decisiva, mueres seguro. El Barça fue mejor.
Sería conveniente, sin embargo, matizar algunas cosas. Un fallo lo puede tener cualquiera, pero el primer gol del Barça viene propiciado por un exceso de confianza de Roberto Carlos que no es nuevo. Tampoco extraña que Figo baja su rendimiento cuando juega en el Nou Camp, ni que Beckham está sin ritmo tras un mes de inactividad. Todo eso lo conocía el técnico del Madrid. Como sabía que si se obsesionaban con tapar a Xavi acabaría apareciendo Deco o bajaría Ronaldinho para construir. Con esto quiero decir que no hubo sorpresas tácticas, que conocíamos dónde se iba a ganar o perder el partido. Con tanta calidad en el campo, el que tuviera más el balón y lo tratara mejor, acabaría ganando. Así fue. Si también añadimos que Etoo tenía un plus de motivación y que a Ronaldo le borraron del partido sus compañeros porque nunca vieron sus desmarques, pues eso: 3-0.




