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Que le digan que está acabado

Actualizado a

Evander Holyfield está tardando demasiadas peleas y años en darse cuenta de que es un peleador acabado. Les ha pasado a muchos campeones. El mismísimo Muhammad Ali prolongó tanto su extraordinaria carrera que se quedó sin sus alas de mariposa y sin sus piernas de bailarín. Holyfield vende su nombre en las batallas de pesos pesados que monta Don King, pero cada vez se cotiza menos porque tienen que buscarle enemigos más fáciles. Y encima pierde. Hace un año le vapuleó James Toney y ahora le ha humillado un desconocido llamado Larry Donald. Según las cartulinas de los jueces el tipo al que Mike Tyson arrancó un trozo de oreja de un mordisco perdió todos los asaltos.

Holyfield ha librado batallas memorables: Riddick Bowe, Mike Tyson, Lennox Lewis, George Foreman. Ha sido un campeón, un auténtico gladiador, se tragaba golpes pero volvía y volvía. Incansable, fuerte, valiente hasta la temeridad. Pero el gran Evander, que lleva demasiadas guerras en su cuerpo, aún no lo ha descubierto. Está tardando demasiado. Alguien debería decirle que es un peleador acabado y que es triste y peligroso arrastrar tanta gloria.