Tendencia por el buen gusto
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Ponga un brasileño en su vida. Parece ser la moda en los grandes clubes de Europa. Uno o varios. Aseguran espectáculo, sonrisas, regates y diversión. Robinho está con los dos pies en el Madrid por eso y por otras circunstancias que han concurrido: inmediata nacionalización de Roberto Carlos, el recuerdo de cómo se perdió Kaká hace dos años, la imparable progresión de Ronaldinho en el eterno rival, necesidad de renovar una plantilla que empieza a tener una media alta en su once titular y la pasión que despierta este veinteañero en todo el continente americano. A Florentino le han apretado con otras presuntas ofertas, seguro que algunas de ellas inventadas. Es la táctica habitual de los intermediarios. Pero es como en el mus: nunca sabes cuando van de farol y, cuando te confías, te sacan tres reyes y un as y se te queda cara de tonto.
La incertidumbre ha llegado por un asunto colateral grave. El secuestro de la mamá de Robinho ha destrozado los planes iniciales que tenía el Real Madrid. De no haber ocurrido tan lamentable suceso, hubiéramos visto ya al famoso jugador del Santos plasmando su firma en el compromiso, que le ligará a los madridistas desde el 15 de julio de 2005 hasta junio de 2010, esta misma semana. Los documentos estaban preparados y todas las partes involucradas habían dado el sí el famoso día del almuerzo en Madrid, cuando AS descubrió el pastel con fotos exclusivas. Ahora, además de esperar a que el jugador recupere la tranquilidad familiar, habrá que conocer si pide un esfuerzo extra para que la incorporación sea inmediata. Se unen a sus deseos de jugar cuanto antes en Europa, la necesidad de sacar a su familia fuera de Brasil.




