Las heridas no se han cerrado
Para los aficionados madridistas de perfil honesto y corazón caliente, posiblemente aquellos fueron los dos días más tristes de sus vidas. Dos Ligas menos en Canarias, con García de Loza y (Des) Gracia Redondo condecorados simbólicamente por esa facción nuñista que tuvo la desfachatez de dar en un Gamper una insignia en el palco del Camp Nou a Javier Pérez, ex presidente del Tenerife, para agradecerle los sonrojantes servicios prestados. Acusaciones interesadas y demagogas contra Agustín, Julio Llorente y Valdano aludiendo a su pasado blanco para predisponer un ambiente infernal contra todo lo que oliese a merengón. Y añadan la rechifla de un país que navegaba en el happy world de Austin Powers en el que a los voceros oficiales del reino sólo les cabían dos palabras en la boca: Dream Team. Por eso, el madridismo perdona... pero no olvida.
Me consta que en la cúpula jerárquica del Real Madrid no se vería como una afrenta quedar esta noche fuera de la Copa del Rey. Las heridas abiertas en las finales del Bernabéu (2002, Centenariazo) y Montjuïc (aquel gol de Galletti...) han provocado un temor impropio del club más grande de este planeta. El Barça y el Valencia ya han caído. Eso que ganarán en la Liga, sostienen para justificar una previsible derrota en la isla maldita. No confundir con maldita isla, que un servidor pasó en ese paraíso geográfico su luna de miel. El madridista de mi generación, el que lloró amargamente tras el autogol de Rocha o los penaltis no señalados a Zamorano, merece un desagravio. En Tenerife, el Madrid B debe salir esta noche con sangre en el ojo. García Remón sabe de sobra que tirar la Copa sería un error estratégico. ¿Y si al final no hay otro título a tiro?