Mucho toque y poco desmarque
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No hay nada mas bello en el fútbol que tocar y tocar si eso va acompañado de un buen desmarque. El rival acaba atolondrado, reculando, sin saber cómo achicar vías de agua en su defensa. No hay nada más tedioso e insoportable que tocar y tocar sin que exista desmarque. Aquello se acaba convirtiendo en un juego sin sentido, con balones atrás, rechifla del público y atasco generalizado en el centro del campo. Por momentos, este Real Madrid plagado de jugadores ofensivos se convierte en eso, en un equipo previsible y ramplón porque nadie tira un desmarque en condiciones, nadie hace el esfuerzo suplementario de jugar sin balón. Decía García Remón que el nuevo sistema exige un esfuerzo extra. Cierto. Pero además de ser generosos a la hora de defender, también hay que serlo a la hora de atacar.
Para esa causa se ha perdido bastante a Raúl, que ahora tiene lo suyo guardando las espaldas de Zidane y Guti. Ronaldo tampoco llega fresco a la hora del desborde porque también se le reclama que baje a defender. Owen, que es otro que podría explotar esa función, aún no sabe si debe caer a la derecha, a la izquierda, o quedarse estático en el área. Así las cosas, mucho delantero y poco movimiento estratégico en ataque. Capítulo aparte merecen los laterales. Era otro factor sorpresa el pasado año. Ahora no. La inestabilidad defensiva hace que Salgado ayude mucho menos a Figo. Y lo de Roberto Carlos merece columna aparte. Uno de los centrales debe siempre vigilar sus ausencias continuas. Pero lo grave es que su aportación cerca del gol es nula. Se acabaron, por ahora, las carreras de treinta metros y sus apariciones de extremo.




