La gallina de huevos de oro
Michael Jordan es posiblemente, junto a Muhammad Alí, el atleta más cercano al ideal del deportista perfecto del Siglo XX. Larry Bird comentó una vez después de enfrentarse a él hoy me he enfrentado a Dios vestido de jugador de baloncesto. Pero Jordan, además de ser alguien muy especial, es estadounidense, un país que pese a dar grandísimos campeones en el mundial de motociclismo como Spencer, Lawson, Raney, Schwantz o los Roberts siempre ha vivido de espaldas a esta competición. Dorna, con Carmelo Ezpeleta al frente, lleva años intentando introducirse en ese mercado y hasta ahora siempre ha fracasado. Pero con Jordan puede haber un antes y un después. Si consigue comprar un equipo de MotoGP (bien podría ser el de Luis DAntin) es una operación que solo es comparable en USA a la campaña que hizo Honda a principio de los años sesenta para fomentar la compra de motocicletas en aquél país y que disparó sus ventas muy a pesar de Harley Davidson y la industria británica.
Mi imaginación no me da lo suficiente para adivinar lo que puede llegar a mover. ¿Cuánto le ofrecería Bernie Ecclestone para que aterrizara en la Fórmula 1?. Se lo digo yo, todo lo que le fuera posible, es decir, muchísimo. A golpe de márketing y prestigio aportaría una credibilidad sin precedentes a esta competición en el principal mercado del mundo, traería nuevos patrocinadores que sustituyan a las ya mortecinas marcas de tabaco, contagiaría al circo de nuevas fórmulas de explotación y sobre todo sería el altavoz con el que cualquier deporte puede soñar. Si fuera Telefónica o Repsol estaría llamando desde hoy mismo a su puerta. Bienvenido sea.