Ha cogido a Jones y tiene a tiro a Futre. El Niño es otra locomotora que lo irá arrollando todo a su paso. Si el madridismo presume de los números de Raúl, el Niño Torres tiene que ser un orgullo para los atléticos. Sus cincuenta goles le colocan ya entre los mejores goleadores rojiblancos. Y a los 20 años, cumplirá 21 en marzo, le sobra tiempo para encaramarse a lo más alto de esa tabla. Es la joya de este club, su principal seña de identidad, la piedra sobre la que se puede construir un Atlético campeón, a la altura de los mejores, donde estuvo el club durante mucho tiempo.

Entre los cincuenta goles del Niño hay auténticas obras de arte. Sin ir más lejos, el último, en Ourense, con una vaselina perfecta con el exterior del pie. Fue un gesto, como tantos de este fenomenal futbolista, que me recordó a Van Basten. Si yo tuviera que elegir un gol del Niño Torres me inclinaría por el que marcó la temporada pasada en el campo del Betis. Cazó una volea espectacular a pase de Jorge. Una auténtica joya. Pero se puede presumir que habrá muchísimas más en el futuro. Y los atléticos quisieran que fuera sin salir de su casa, que es el Calderón. Ese debe ser uno de los objetivos de los dirigentes atléticos: atar para siempre al Niño, que es el mejor patrimonio del club.