La situación incómoda de Morientes
Jugar la primera ronda de Copa para un grande siempre se ha considerado un marrón. Para los jugadores, para el técnico y hasta para el presidente, que sufre casi más que en un partido de Liga. En lo de pasarlo mal no se dio el caso ayer en Leganés pero sí en lo del embolado para los que estaban en el campo. Por mucho que se venda la burra en la previa, los del filial se encuentran sin sitio y los del primer equipo no dejan de pensar que son los que tiran del carrito del pescado. Esa sensación se agrava si hablamos de internacionales consagrados como César, Samuel, Morientes u Owen. E igual de incómodo es para el técnico, que tiene que decidir qué jugadores disfrutan de vacaciones, al tiempo que exige a otros darlo todo para seguir vivos en una competición, que si vienen mal dadas, puede ser todo un salvavidas.
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Especial mención merece Morientes. Tras marcar el primer gol, quiso pasarle factura a alguien del público que no debió estar muy cortés con él minutos antes. Esas pequeñas miserias delatan crispación y falta de grandeza, por muy ofensiva que fuera la burrada que le habían dedicado desde la grada. Ni el cenutrio que se metió con él, ni parte de la Prensa, ni el mismo Florentino Pérez, tienen ánimo de persecución contra el delantero. Simplemente el fútbol y sus circunstancias te colocan en situaciones incómodas a veces. Tanto él como Owen tenían el papel más ingrato ayer, el de figuras consagradas rodeados de niños en su equipo y de amateurs compensados en el bando rival. Eso es duro, pero asumible por un profesional. Cumplieron con su trabajo marcando goles, aunque el cuerpo no les pedía precisamente fiesta.
J.J.Santos.




