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Rossi y Sete, ¡che spettacolo! SPETTACOLO!

Con su tan proverbial como afilado instinto para el showbusi­ness, Rossi quiso dar la vuelta de honor que iniciaba su sexto reinado mundial (el cuarto consecutivo en la máxima categoría del motociclismo) con la frase que titula estas líneas escrita en su casco y en una camiseta. Y sin duda fue todo un espectáculo; la carrera de Phillip Island y todo el mundial de Moto GP, para inmenso placer de los aficionados.

Lo que nos ha ofrecido Valentino Rossi es una apasionante historia de aventuras. Ahí teníamos a un joven que decide desafiar al destino y elige como montura lo que todos calificaban como un penco sin futuro que no había ganado un título desde 1992. Pero en sus manos -y las de su equipo de fieles mecánicos que decidieron acompañarle en la nueva aventura, no debemos olvidarlo- se ha acabado convirtiendo en un caballo alado. Juntos han protagonizado una peripecia llena de incertidumbre, de lucha contra los elementos y contra esas verdades que los ingenieros y los torvos ordenadores se empeñan en sentenciar como inmutables. Pero está en la esencia de los héroes demoler lo inmutable, desafiar lo imposible. Quizá sea este espíritu el que Rossi ha vislumbrado en quien hasta él mismo considera como su sucesor -si no se convierte antes en su rival- Dani Pedrosa, el otro gran triunfador del pasado fin de semana. Sin embargo, lo que le concede su verdadera estatura al héroe no son sólo sus hazañas. No existe un gran héroe de verdad si no tiene un rival de su talla. Y Rossi ha tenido la suerte esta temporada de contar con un auténtico gigante: Sete Gibernau.

En esta apasionante historia, Sete ha interpretado un papel que sólo un necio ejecutivo de Hollywood calificaría como el malo. Sete ha asumido un papel mucho más interesante y atractivo; ha sido el Adversario. Ese antagonista al que no puedes por menos que admirar por su pundonor, su inteligencia, su audacia. Incluso te sorprendes, mientras sigues sus peripecias, traicionando al héroe deseando que triunfe alguna vez sobre él. Porque así será más interesante la historia y porque no deja de ser otro héroe enfrentado a sus propios escollos. De hecho, Sete no gozaba de los privilegios oficiales de la marca a quien tan brillantemente ha representado. Se ha tenido que ganar cada pieza y cada mejora de su máquina mientras salía a la pista a luchar con Rossi, carenado contra carenado, mientras los pilotos oficiales preferían mirar para otro lado. Y además Gibernau se ha mostrado siempre como un auténtico caballero en la competición, incluso cuando se vio acusado ­-injustamente según él- de haber propiciado la sanción que relegó a Rossi al último puesto de la parrilla en Qatar­.

Algunos comentaristas, se supone que ahítos de Disneycultura, han reprochado a Rossi la rabia y el enfado con Sete que ha mostrado antes de la carrera de Phillip Island. No quieren entender que cuando el héroe muestra su lado oscuro, sus dudas, sus miedos, cuando se comporta como un hombre, nos está diciendo que también nosotros podemos ser héroes. Lo dicho: ¡che spettacolo!

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Sebastián Álvaro es director del programa Al Filo de lo imposible de Televisión Española.