El infortunio no puede ser excusa
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Hace unos días me decía el médico del Barcelona que lo de la mala suerte no puede servir nunca como argumento médico a la hora de analizar una lesión. Lleva toda la razón. Lo de Woodgate tampoco es cuestión de mala suerte. El historial clínico lo demuestra. Woodgate se había perdido 90 partidos en los dos últimos años, había recaído cinco veces en la misma lesión y llevaba más de cuatro meses parado cuando fichó por el Real Madrid. Si hubo exceso de optimismo a la hora de valorar su recuperación, malo. Si se despreció el pesimismo que se barruntaba por su músculo machacado, malo también. A menudo, los médicos de los equipos de fútbol acaban siendo algo más que médicos y eso, con el tiempo, se les vuelve a todos en contra. Sólo repasen la historia más reciente de nuestros clubes y lo podrán comprobar.
Surge, con lo de Woodgate, una duda razonable. ¿Por qué en presupuestos de 50.000 millones de pesetas los equipos tienen a los mejores jugadores del mundo y no a los mejores doctores, recuperadores y fisioterapeutas? Esto no pone en entredicho la labor de ningún médico de club. Al contrario. El nivel en nuestro fútbol se presume alto. Pero no me entra en la cabeza que Del Corral sea un gran especialista en el recto anterior, en el posterior, en la cápsula de la rodilla, en los ligamentos del tobillo y en las luxaciones de hombro. Ni él ni nadie, dirán ustedes. Correcto. Pero sí puede el Madrid tener en su nómina al mejor diagnosticador, al mejor masajista, al mejor especialista en rodilla, al mejor cirujano en lesiones de ligamentos y al mejor en lesiones musculares. O al menos contratarlos puntualmente. Los reinos de taifas no son buenos en el mundo del fútbol.




