Entre Freud, el diván y Ferrando
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El Atlético es especialista en echar las culpas al empedrado. Todos somos un poco responsables. Todos alguna vez hemos recurrido al malditismo histórico, a la equipación amarilla, al gol del alemán impronunciable del Bayern. Cuando las cosas van mal siempre se puede mover la cabeza y decir este Atleti.... La leyenda del Pupas es inagotable y una fuente de excusas. Y vale para cualquier cosa. Lo mismo sirve para justificar una intervención judicial que tres expulsiones o dos penaltis no señalados. Un buen atlético no tendría ningún problema para hallar las causas de las siete plagas de Egipto -y si nos ponemos a pensar, seguro que encontramos sin problemas siete plagas que han asolado a este club- . En el Atlético si se fallan cuatro penaltis contra el Villarreal no es que sean unos mantas que los han tirado fatal, sino que los hados tejen calamidades contra el club.
Ahora a las mil excusas del histórico y variado repertorio, se añade una nueva: el síndrome del visitante o los problemas psicológicos en los partidos fuera de casa. Que suena a tesis doctoral. Parece que el equipo cambia de mentalidad cuando sale fuera del Calderón, una cosa así como doble personalidad, ya saben, Jekyll y Hyde. Llegado a este punto uno no sabe ya si hay que resucitar a Freud para que le eche una manita al Atlético, o sentar a la plantilla en el diván y someterla a un psicoanálisis a ver si esto tiene las raíces en la infancia, que vaya usted a saber. A mí esto de la mentalidad y los problemas psicológicos y tal, por mucho que lo defienda Ferrando, no me convence. El Atlético lo que necesita es juego, y fútbol y goles, y a Ibagaza y a Luccin, y a Antonio López. Y si se puede a Salva al lado del Niño. Y alguien que desborde por las bandas. Y menos rollos.



