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Nacionalizar los equipos

La apodada sentencia Bosman rige desde hace años. El fútbol europeo se la tragó entera, sin pestañear y con una alegría y/o resignación más propia de botarates que de gente supuestamente inteligente. La voracidad en causar estragos, tanto económicos como deportivos, que la cerril aplicación de esta ley ha ocasionado bien merece un balance serio comparando benefi cios y perjuicios. Obviamente no abogo por incumplir la legislación, sino de respetarla y ejecutarla cabalmente. Doy por seguro que ningún legislador de la Comunidad Europea pretenda inmiscuirse en la confección de las plantillas; no prohíben, simplemente reglan el marco de las contrataciones laborales. Pero quién contrata es el empresario. Y los mandatarios de los clubs han preferido lo de siempre: el patadón hacia delante y tonto el último. Jugar al corto plazo, volatilizar el dinero fuera del mercado propio y fagocitar el fútbol base. Les aterra pensar en futuro y se descojonan al oír hablar de pactos.

El panorama es tan preocupante que incluso ahora ha hecho reaccionar a la UEFA. Tardíamente. Durante décadas, lo único que les ha venido ocupando sobre el futuro del fútbol europeo es la erre de recaudación. Y ahora, en pleno vendaval, intentan desplegar un paraguas protector. Asustados por las repercusiones que viene generando esta sentencia, se afanan en reglamentar su aplicación sin colisionar con la normativa europea. Pretenden que a partir de la próxima temporada cada equipo disponga de siete u ocho jugadores por partido que sean seleccionables por el país donde radica el club. En la sede de Ginebra, la tardanza en descubrir el sentido común sólo es comparable a la magnitud de su pereza en discurrir sobre algo que no se traduzca en euros. Hinchados de prepotencia y alérgicos a la cultura del pacto respecto a los clubes, veremos con que autoridad moral enjuagan hoy su falta de previsión y diligencia. Y como desembrollan los compromisos contractuales de los clubes sin que suponga todavía más quebranto económico.

El esperpéntico escenario que intenta reamueblar la UEFA no deja dudas: el Arsenal sólo dispone de seis ingleses; el Liverpool, cinco. El Ajax cuenta con siete holandeses. Aunque quién se lleva la palma es el Internazionale de Milán: veinte jugadores no italianos, procedentes de diez países distintos. Todo un homenaje a su denominación.