La real orden de la arbitrariedad

La real orden de la arbitrariedad

Porque una cosa son los Premios Nacionales, que llevan impresos los nombres de la Familia Real y se conceden por votación de un jurado del CSD, y otra las medallas de la Real Orden, propuestas por el presidente del CSD (las de ayer, correspondientes a 2003, son herencia de Gómez Angulo) atendiendo a las solicitudes de las federaciones y a sus propios compromisos y gustos. El criterio que se aplica produce tales agravios que hay quienes han renunciado a sus medallas, pues hasta se da el caso de que una subcampena del mundo reciba la de oro (Marta Domínguez), otro la de bronce (Julio Rey) y un campeón (Dani Pedrosa), la de plata. O que Ceballos reciba una por haber sido... ¡portero del Racing!

La entrega conjunta de los Premios Nacionales del Deporte con la distinción a quienes ingresan en la Real Orden del Mérito Deportivo ha terminado por convertir tan regio acto en una ceremonia de la confusión. Ahí se mezclan deportistas de indiscutibles y objetivos méritos, con la puesta al día del reconocimiento a ex deportistas que en su día no lo tuvieron, el pago a servicios prestados, los amiguismos y el favor de conceder una medalla, aunque sea en su categoría de bronce, a quien tenga el capricho de hacerse una foto con el Rey. Algún día habrá que separar el grano de la paja y corresponde al Consejo Superior de Deportes (CSD), que es quien realiza las propuestas, poner fin a esta mezcolanza.