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Pero sigo siendo el rey...

El próximo 29 de octubre deberían repicar las campanas del Bernabéu. Raúl cumplirá diez años desde su histórico debut en Zaragoza. Una década de fidelidad, de compromiso con un escudo, con una idea, con una afición que lo adora... Raúl es para el madridista de base como el hijo preferido. Puede tener buenas o malas notas, llegar a casa a la hora impuesta o de madrugada, elegir una novia ideal o una chica alegre, pero siempre será tu niño del alma, tu referente que justifica el esfuerzo de mantener unida a la familia. Raúl ha sobrevivido a la era galáctica, aunque cada año que ha pasado se ha visto arrinconado en el campo. Ronaldo le obligó a bajar diez metros su posición, Morientes y Owen le recuerdan que si tiene un bajón físico y futbolístico le espera el banquillo y la crítica afilada nos cuenta que nunca fue un 10 en nada. No se va en el uno contra uno, no desborda por velocidad, no dispara a gol con potencia... Pero es el jugador más honesto y siempre obtiene matrícula de honor en una asignatura que no se incluye nunca en las estadísticas: competitividad.

Esta noche, no duden. El primero que tirará del equipo es este capitán de barrio, madrileño de cuna y espíritu, futbolista de academia militar. Raúl no es un avestruz, siempre da la cara aunque se la partan y cuando toca remar río arriba se olvida de que es el galáctico de casa. Me recuerda su leyenda a la de la popular canción mexicana de José Alfredo Jiménez: No tengo ni trono ni reina, ni nadie que me comprenda, pero sigo siendo el rey.... Ante el Roma regresará el espíritu de Champions, el de la Séptima. En Europa nadie tose al gigante blanco. Real Madrid, nueve títulos. Los demás, a rueda. Ya está bien de pisotear al Rey.