Pepe Tifosi envolvió el bocadillo de mortadela, mortadela de la buena, de la de Bolonia, y lo guardó en la mochila. Cogió su bufanda roja y amarilla y cerró la puerta con un ciao mamma que su mamma, medio dormida en el sofá, ni siquiera oyó. Bajó las escaleras de cuatro en cuatro y salió a la calle como si saltara al césped de su querido estadio Via del Mare y los hinchas le aplaudieran a rabiar. Era domingo, quedaban 50 minutos para las tres y el Lecce jugaba en casa. Dos horas, una coca cola y un bocadillo de mortadela después, Pepe volvía a casa repasando en su cabeza, la mejor moviola que él conocía, los tres goles que tumbaron al Cagliari (3-1) y aupaban al Lecce a la segunda posición de la Serie A.

Cuatro jornadas y en Lecce siguen soñando. Rico Smeraro, el presidente, está entusiasmado con el proyecto, el búlgaro Bojinov comparte el pichichi con Montella y Trezeguet, y Zdenek Zeman dice que mejor no pueden ir las cosas. Zdenek sabe de lo que habla. También lo sabía cuando denunció a finales de los 90 el dopaje sistemático en el Calcio. O cuando en su página web afirma: El calcio es cada vez más una industria y menos un deporte. Pero eso, a nuestro Pepe Tifosi le trae sin cuidao. Él es feliz: ayer gritó tres goles y se fue a la cama viendo a su Lecce segundo en la clasificación liguera del Estudio Estadio de la RAI.