Al Madrid le soplan y se estozola
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Sabiendo que el equipo está de mírame y no me toques, desconozco por qué el atrevimiento de García Remón para experimentar cuatro cosas al tiempo. Y más en Bilbao. Pero lo hizo y ya en el descanso estaba perdido el partido. Dura disyuntiva la de Mariano. Jugar bajo sus ideas implica riesgo por falta de acoplamiento. Dejar todo como estaba es sinónimo de estancamiento. Igual hay que empezar por la defensa, luego los medios y más tarde los delanteros. Camacho había logrado que el equipo defendiera mejor. Ayer, durante cuarenta y cinco minutos, volvieron a las andadas. El apodado Muro no llega ni a tapia de obra. Helguera regresa a donde nunca quiso volver y Raúl Bravo consiguió que la suplencia de Roberto Carlos sonara a frivolidad. Vamos, que con esos cimientos, el tejado tenía que venirse abajo.
Y vaya si se vino. Al Athletic, como a tantos otros, le bastó presionar, hacer correr la pelota y jugar al límite de lo que permite el reglamento para dejar en evidencia a un Real Madrid blandito, con pocas ideas y escasa ambición. Se vuelve a salvar en ese capítulo Figo. Dejó claro hace unas horas que nadie puede decirle a la cara que no ponga todo en el campo. Cierto. Pero sí podremos decir que sirve de poco, que continúa más pendiente del árbitro que de recuperar el balón cuando lo pierde y que, aunque lo dé todo, si criticamos que está fallón, se va a mosquear igual. Lo suyo es el permanente cabreo. Ganas también pusieron Guti, Raúl y Ronaldo. ¿Y qué? Ná de ná. Torpeza, bloqueo y un tiro y medio a puerta en los noventa minutos que duró el partido. El Madrid no está para que le soplen porque se parte la crisma.




