Desmanes en la sierra de Gredos
Vaya, otro más; habrá dicho más de uno al leer el título de estas líneas, disponiéndose a conocer otra barrabasada medioambiental en uno de nuestros medios naturales más emblemáticos. Y no puedo culpar a quien, pensando lo mismo, pase de largo en busca de otras noticias. Y es que, por desgracia, se nos está encalleciendo la sensibilidad ante las agresiones a nuestro medio natural de tantas y tan brutales como se están produciendo. Pues no, lector amigo; aguarde un momento y continúe leyendo porque el título lo que anuncia es una buena noticia. Un equipo madrileño de zoólogos, biólogos y medioambientalistas ha descubierto en Gredos dos colonias de desmanes (cuyo nombre proviene del sueco desman, almizcle). Se trata de unos curiosos mamíferos acuáticos emparentados con los topos.
La cruz de este animalillo de curiosa trompa y patas palmeadas es que sólo puede vivir en aguas fluviales muy puras, oxigenadas y desprovistas de la menor contaminación. Así pues, su presencia es una garantía de la excelencia del entorno ecológico que habitan. A nadie le extrañará, pues, que se le diese por desaparecido en todo el sistema Central y por supuesto de los ríos, pantanos y arroyos de Madrid donde lo que abunda de verdad son minicentrales, vertidos incontrolados y tomas de agua abusivas.
El Convenio de Berna advierte que está en grave peligro de extinción y que debe ser objeto de especialísimos cuidados en cada país, por lo que también esta especie está catalogada de interés especial. Como se puede deducir de su nombre científico, Galemys Pyrenaicus, está especialmente presente en los Pirineos, aunque esto puede cambiar más pronto que tarde gracias a la decidida labor de empresas como Aramón. Y si alguno cree que se trata de una afirmación exagerada y alarmista debiera darse un paseo, como yo hice hace unos días, por las obras que esta empresa está llevando a cabo en el otrora hermoso valle pirenaico de Espelunciecha, con vistas a ampliar la estación de Formigal.
Resulta sobrecogedor ver cómo un espacio natural, considerado por numerosos expertos como de alto valor ecológico e incluso cultural, está desapareciendo bajo las garras de las excavadoras. Los desmontes, las canalizaciones, las extracciones destruyen cada día la fisonomía de un paisaje único sin que las peticiones de diálogo y el establecimiento de una moratoria por parte de la Plataforma de Defensa de las Montañas de Aragón sean oídas. Antes de que hagan de nuestras montañas un parque temático tenemos que abrir un debate social sobre el modelo de montañas que queremos, sin la presión de una destrucción acelerada e irreversible como la que está ocurriendo en Espelunciecha. Ojalá que llegue un día en el que cuando alguien lea un título que diga Desmanes en Gredos piense en los animales de cuatro patas y no en los de dos que destrozan, arrasan y desprecian las montañas.