Un inmenso Perea y un penaltito
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Otra vez el muro. Al Atlético lo sostuvo Perea, inmenso siempre, un coloso en todas partes, seguro en los cruces, más rápido que nadie, un portento físico. Si el Atlético no salió goleado del Ciutat de Valencia se lo debe en buena parte a Perea, que barrió todo lo que caía dentro del área o cerca. Este sí que es un fichaje de lujo. En el momento más desesperado, cuando se temía lo peor siempre aparecía por allí Perea como una locomotora imponiendo su poderío. Y donde Perea no llegaba lo hacía Pablo. Y en último extremo siempre estaba Leo Franco, un porterazo. Por fin el Atlético tiene garantías debajo de los palos. Con el argentino se puede estar tranquilo. Se acabó el vivir en el alambre como en las últimas temporadas en las que cada balón que llegaba a la portería era un sinvivir, porque se podían esperar las cantadas más inesperadas.
La fortaleza defensiva que está construyendo Ferrando no le bastó al Atlético, porque le faltó juego en el centro del campo y porque el Niño -¡maldita contractura!- no apareció nunca. Ferrando apostó por los dos delanteros, con Salva para partirse la cara con todo el mundo y el Niño buscando los espacios para explotar su velocidad. Esta vez no funcionó el plan. Y encima ayer el Atlético también se estrelló con Pérez Lasa, que sencillamente es un árbitro calamitoso. Puede pitar cualquier cosa. Ayer se sacó un penalti de la manga en un salto de Velasco. Ni siquiera fue un ushiro nage, sino un choquecito. Pero da igual. Pérez Lasa se hizo el importante y lo señaló. Si eso es penalti, hay que pitar una docena en todos los partidos. Pero la china le tocó al Atlético. Y sólo así, de penalti injusto, pudo el Levante superar el muro del imponente Perea.



