Yo digo J. J. Santos

Camacho, más presente que nunca

J.J.Santos
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Si algún futbolista disfrutó con la dimisión de Camacho, cosa que dudo, ayer se debió arrepentir. De hecho, los jugadores ya vieron la que se les venía encima el mismo domingo cuando se enteraron por boca del entrenador de que arrojaba la toalla. La carita de Raúl y Roberto Carlos aquel día era elocuente. Florentino, que presume de conocer muy bien el sentimiento madridista, o midió mal en la víspera, o quiso dar la vuelta a una situación que imaginaba. Sus mensajes de apoyo a la plantilla no colaron entre el socio. Estos, como poco, debían desahogarse con la gran pitada del inicio y la posterior persecución, tan constante como pelín injusta, hacia Roberto Carlos. El Bernabéu perdona muchas cosas pero nunca que le toquen un símbolo. Y Camacho es desde hace muchos años un símbolo. Pase lo que pase.

Diría más. El resultado importaba poco a los aficionados. Saben que estamos en el comienzo y esto pasará. Saben que con Zidane en el campo la magia es otra. Saben que volverán los momentos de inspiración y espectáculo. Ayer se trataba de decir bien alto que no toleran insumisiones, que no permiten, por muy galácticos que sean, que puedan vejar o humillar a uno de los suyos. Y Camacho lo es. El Madrid, y eso lo sabe bien el presidente, es un club que valora los años de entrega. Por eso no aceptaron de buen grado la marcha de Del Bosque. Por eso daban botes de alegría cuando se marchó Toshack o Queiroz. Del mismo modo, la bronca permanente a R. Carlos es porque le consideran uno de los suyos y entienden menos que haya enredado en contra de Camacho. Aunque resulte paradójico, eso lo debería valorar de forma positiva el jugador.

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