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Los premios Príncipe de Asturias

Cuando leía las columnas antitaurinas de Manuel Vicent en El País, puntuales a su cita con el mayo isidril, me asombraba del talento de Vicent para encontrar cada año un punto de vista nuevo, una forma innovadora de darle en el morrillo a la fiesta taurina. Me temo que voy a necesitar de similar habilidad, pues a punto está de convertirse en una tradición ocupar este rincón de AS cada año por estas fechas con unas cuantas consideraciones sobre el Premio Príncipe de Asturias del deporte. La primera y más lastimosa, a mi parecer: Oiarzábal una vez más ha sido relegado. Desde luego que los aspirantes y el ganador, El Guerrouj, presentan un importante currículum y nada de lo que viene a continuación supone un intento de restarle ningún mérito.

Y lo que es más importante, y un argumento aún más objetivo, es que se ajusta perfectamente a lo que, se supone, debería premiar el Príncipe de Asturias, es decir: a aquella persona que además de la ejemplaridad de sus vidas, haya conseguido nuevas metas en la lucha del hombre por superarse a si mismo, y contribuido, con su esfuerzo, al perfeccionamiento, cultivo, promoción o difusión de los deportes. Ahí no se indica nada de medallas olímpicas, se habla de lucha del hombre -¿acaso es menos ejemplar la de Juanito?- por superarse a sí mismo ¿Qué requiere más esfuerzo, correr 1.500 metros o ascender una montaña de 8.000 m? ¿Quién arriesga más, quién sufre más, quién se encuentra más al límite? Y, por último, ¿qué otro deporte en España ha dado un salto más espectacular en los últimos veinte años y qué figura deportiva ha contribuido a transmitir a nuestra juventud valores de los que nadie se avergüenza? Pero, claro, Juanito se dedica a subir montañas, actividad deportiva que apenas tiene influencia económica, aunque sí social, justo lo contrario de ese olimpismo que se pretende amateur.

Se han concedido once premios a extranjeros por siete nacionales. Siempre se valora más lo de fuera que lo de dentro. Resulta casi un insulto que se conozca el fallo el día antes de que a Juanito le estén amputando los dedos de los pies, ¿qué deportista ha puesto tanto de su parte para conseguir una medalla? Y, tanto o más, las recomendaciones para que este año se premie a un deportista olímpico. Sólo falta que se ponga el nombre y entonces sobra el paripé de la votación. En cualquier caso, no se trata de personalizar en alguien concreto sino en reconocer en la figura de Oiarzábal la labor, veterana y brillante, de un grupo de personas que se encuentran en la élite mundial de un deporte.

En sus dieciocho ediciones se ha premiado a dos ciclistas, pero a ningún futbolista, a tres tenistas, pero sólo mujeres. Se ha premiado a Sito Pons ¿acaso Ángel Nieto es inferior? Las recompensas que ellos buscan y necesitan las encuentran allá donde, a buen seguro, jamás han estado los que, desde un despacho, dirigen los destinos del premio: en las montañas y entre los amigos. Y, de corazón, enhorabuena a El Guerrouj. El también se merecía ganar, pero en buena lid.

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Sebastián Álvaro es director de Al Filo de lo Imposible, programa de Televisión Española.