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Un teutón borde y provocador

Parece que fue ayer. Pero ya han transcurrido 17 veranos y 17 inviernos desde que Augenthaler pusiese las tribunas del Bernabéu a una temperatura de 180 grados al tener la estúpida ocurrencia de sacar unos cuernos desafiantes, mirando al tendido, tras ser expulsado por el gigante Vautrot. Vale, ya sé que Hugo Sánchez le puso nervioso. Pero eso no justifica la agresión al mexicano y el innecesario recordatorio a las atestadas gradas de que España es, a mucha honra, un país taurino. No olvido a ese teutón provocador, con cara de disfrutar con las películas de Tarantino mientras devora una cerveza tras otra (alemana, por supuesto). Y encima, el tipo se salió con la suya. El Madrid tenía que remontar un 4-1 (¿recuerdan el triste partido de Juanito pisando el cuello de Matthäus?) y tras marcar Santillana creí en el milagro. Pero Beenhakker se cargó todo.

Al holandés no se le ocurrió mejor cosa que quitar a Martín Vázquez, que se estaba saliendo, para dar entrada a Pardeza. El felino Pfaff no tuvo más necesidad de mostrar su enorme categoría. Esa noche aprendí que no se juega más al ataque por acumular delanteros. ¿Quién les pasa la pelota? El Madrid quedó apeado de Europa y aquel Bayern perdió luego la final en Viena ante el Oporto de Futre. Un año después, el destino ofreció la revancha y Augenthaler se fue marchito y derrotado del Bernabéu (2-0, Jankovic y Míchel). No hizo falta expulsarle. El Madrid jugó al fútbol de forma angelical gracias a ese yugoslavo de cadera ancha y toque exquisito que precedió a Schuster. Agradezco a Augenthaler que reciba a AS y hable con tono amistoso. Pero echo en falta una disculpa por lo de los cuernos. El Bernabéu le sigue esperando. Sin ira.