La encuesta a pie de graderío
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Florentino gusta de saber por donde va la opinión del aficionado con una serie de encuestas mensuales. Con esos datos, orienta la política de renovaciones y fichajes, al tiempo que nutre al departamento de márketing de ideas. Pero la verdadera encuesta es la del murmullo del Bernabéu cada quince días. Ayer comprobé una variante nueva en la exigencia habitual del socio del Madrid. Silbaron el juego colectivo pero mimaron a las estrellas que andan de capa caída. Camacho, no sé si queriendo o sin querer, cambió a Raúl un minuto antes de que hubiera empezado la bronca contra él. Fue el suyo un partido desafortunado, no más que el de Ronaldo o Zidane. Acabados los debates, ahora debe ser el propio Raúl el que analice qué le pasa, porque está claro que algo le pasa. Se pueden fallar ocasiones y pases, pero no es normal llegar tarde a todo.
Ronaldo también fue despedido con cariño. El delantero brasileño no está mohíno como Raúl, pero tampoco juega cómodo. Algo falla. Para que los balones lleguen con claridad a los delanteros, antes hay que trabajar la jugada y eso se logra con permanentes desmarques. El equipo se mueve poco, muy poco. Bastaría que tomaran ejemplo de Figo y las cosas cambiarían. Soberbio el jugador portugués, que prolonga su espectacular estado de forma del pasado año. Eso, junto con la disciplina para defender jugadas a balón parado en defensa, son las únicas notas positivas que puede anotar en su cuaderno Camacho. Insisto, la encuesta en la grada apunta a que el aficionado reprueba el juego del equipo pero confía en sus figuras, sabiendo que por muy mal que estén, alguna harán. Lo que ocurre es que ese crédito no es indefinido.




