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Figo, el jugador aparte

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Intuyo que Figo nunca se ha sentido plenamente reconocido, ni en el club ni en la grada, y presiento también que nunca se ha perdonado del todo su salida del Barcelona, lo que demostraría que no es un mercenario (pues tiene conciencia), sino, a lo sumo, un descreído. Por eso dijo yo soy portugués cuando le preguntaron al poco de llegar a la capital si se sentía madridista y por eso creo que ahora, ante la misma cuestión, respondería yo soy figuista o eso le pediría el cuerpo. Mejor la sinceridad que los besaescudos.

Me da la impresión (y sigo moviéndome por intuiciones) de que Figo, por ese tormento de la conciencia, siente que ha arriesgado (y corrido) más que otros futbolistas que han fichado por el Madrid y que han visto renovados sus contratos hasta el borde de la jubilación. Él termina su vinculación con el club dentro de dos temporadas y no ha recibido una oferta similar. Y entiendo también que es el agravio comparativo lo que le molesta, más que la prolongación, pues no creo que pretenda retirarse sin haber jugado a un buen nivel en el fútbol inglés. En este caso, todo nace de una política equivocada del club, que aún no ha sido capaz de afrontar la revolución pendiente: la renovación de la plantilla, y hablo de caras no de contratos.Figo es un futbolista en constante reivindicación de sí mismo, como esos estudiantes que sacan sobresalientes por fastidar a quien dudó, un experto en fugarse de laterales diez años más jóvenes, un inventor de nuevas burlas que excluyen forzosamente la velocidad, un egoísta que da asistencias, otro tormento.