El fútbol es un juego de listos

La figura de Luis Aragonés se ha sobredimensionado desde que es seleccionador. Los que hablan por referencias o no le han visto trabajar, se pueden sorprender por el ardor que pone en los entrenamientos, por la charla que les da a unos y otros. Pero eso tiene un porqué. El técnico hace muchos años que descubrió que muchos puntos se ganan por pequeños detalles durante los partidos. La única manera de no tragarte una mosca es no tener la boca abierta como un tontorrón. Un saque de banda realizado con rapidez, un córner lanzado por un diestro desde la banda izquierda, el bidón de agua en la mano del utillero cuando se necesita, el médico atento por si hay que hacer un cambio rápido. ¿Chorradas? Ya, ya. Repasen mentalmente la historia del fútbol y verán la gran cantidad de partidos que se han ganado por estos pequeños detalles.

Y en esas está Luis. Por ejemplo, la selección juega hoy y no mañana sábado para ganar un día más de concentración cara al partido de Bosnia, que es el que realmente cuenta. Los bolos son bolos y la vida nos la jugamos el miércoles próximo en una especie de encerrona preparada por los bosnios a dos horas de camino de Sarajevo. Otro ejemplo, Luis concentra más jugadores de los habituales porque necesita hacer grupo desde el principio. A la selección se va para trabajar y no como garantía de que en cada convocatoria sumas un partido más como internacional.

Son nuevas normas, básicas, independientemente de la famosa sentada que prometió el seleccionador. Porque en el fondo, la sentada que estaba demandando, ya se hizo en los días previos a su nombramiento.