Teorema del forofo deportivo
Tales de Mileto era un forofo de los deportes, por sorprendente que pueda parecer. Uno de los Siete Sabios de Grecia, padre de la Geometría, creador del famoso teorema y gran filósofo, resulta que se pirraba por las competiciones atléticas de su época en la antigua Grecia, cuna de la civilización mundial. Y no era el único, pues Aristóteles, refiriéndose al pentatlón del que era un todo un hincha declarado, dijo: "Todo el cuerpo, todas las fuerzas empeñadas: elegancia y robustez".
Esto es al menos lo que cuenta el italiano Indro Montanelli en su excelente obra literaria titulada Historia de los griegos. Así pues, para un geómetra como Tales o un filósofo como Aristóteles esto del deporte no era cosa de nobles brutos, sino una demostración más del genio humano.
No cuesta imaginar cómo habría disfrutado el sabio de Mileto este agosto viendo que en su tierra natal volvían a celebrarse unos Juegos. Colándose en la vieja Olimpia para asistir a la prueba de lanzamiento de peso, 3.000 años después de que un puñado de atletas se reuniesen por primera vez en la historia de la humanidad simplemente para competir. Para medirse dejando fuera de la pista el fantasma miserable de la violencia. O simplemente sentado como uno más de los miles de millones de congéneres frente a su televisor asombrándose con la fuerza de unos hombres dirimiendo en cien metros quién es el más rápido del planeta.
De la importancia que tenían los Juegos en aquellos tiempos da una idea el hecho de que Olimpia fuese la capital del deporte durante más de mil años. Tampoco deja de ser paradójico que no existiese el maratón en aquellos primitivos juegos olímpicos.
El cazador Filípides que, para llevar la noticia de la victoria sobre los persas corrió 42 kilómetros, distancia que completó de Maratón a Atenas, dejándose de paso la vida en la hazaña, fue el único campeón del mundo cuyo único premio que recibió fue dar nombre, muchos años después, a una prueba atlética.
Por cierto, ¿qué diría Tales de Mileto de la televisión? En estos tiempos en los que está siendo denostada y despreciada como nunca, la fabulosa posibilidad que ofrece de seguir desde cualquier rincón del planeta un espectáculo fascinante donde además se prima el esfuerzo, el talento, el trabajo en equipo, la pasión por lograr un sueño, nos debiera hacer reflexionar sobre las verdaderas potencialidades de este medio de comunicación. Y, sobre todo, a quién le interesa que no las desarrolle en favor del culto a la chabacanería y la estulticia elevada a la enésima potencia.
Seguro que Tales de Mielto se habría horrorizado de cómo se destierra la inteligencia del medio de comunicación e intercambio de conocimiento más poderoso que haya creado el ser humano. Probablemente el pobre Tales, que era un sabio pacífico, distraído y sedentario, no comprendería a los humanos de hoy en día.
Lo que son las cosas, uno de los hombres que más contribuyó al progreso del conocimiento murió en un estadio. Aunque no lo dicen las crónicas, me lo imagino apagándose plácidamente en su asiento, viendo ganar a su equipo favorito dándonos la última lección de humanidad al unir la inteligencia y el deporte.
Sebastián Álvaro es el director de Al filo de lo imposible, programa de Televisión Española